Un paseo por Cuba
Por Antonio Ferrero Fort
"Esta es la
tierra más hermosa que ojos humanos vieron", escribe Colón en su diario. Y
no se equivocó. Desde la bahía de la Miel, en cuya orilla se halla asentada
Baracoa (provincia de Guantánamo), la primera de las ciudades cubanas, con el
tercer malecón más largo de toda la isla; hasta el cabo de San Antonio, en la
parte más Occidental, toda Cuba es una auténtico paraíso. Plagada de Parques
Naturales, muy bien conservados, su recorrido produce un auténtico deleite a
nuestros sentidos. Con una flora exuberante, es la palmera su símbolo más
significativo. Infinidad de variedades de palma, nos regalan la vista con su
esbeltez y su altura. Un jardín lleno de flores en el que la flor mariposa, de
inusitado blancor, resalta entre las demás y que la mujer cubana gusta de
llevar en su pelo prendida. Sujeto revolucionario que durante las guerras de
independencia de la corona española usaban las mujeres para ocultar mensajes o
como contraseña predeterminada. Una gran variedad de pájaros entre los que se
destaca el Tocororo, revestido de los tres colores de la bandera nacional:
azul, blanco y rojo pueblan sus selvas y montañas.
Emergiendo del
mar, en pleno trópico, se alza Cuba luminosa, al igual que nuestro Cádiz
andaluz lo hace. No es tanto el calor como la luz, esa luz intensa y
reverberante que el arquitecto cubano, el alarife primigenio, ha procurado
atemperar revistiendo sus fachadas con esos colores pastel tan característico
de nuestras antiguas colonias. Con esas esquinas de fraile que hacen que la
brisa se cuele por sus callejas, con esa ingente cantidad de columnas sobre las
que se levantan innumerables pórticos productores de sombras acogedoras. La
protección de la luz cegadora del trópico hizo al ingenio cubano descubrir
recursos para encontrar en cada casa, en cada palacio su "rincón del
fresco" como dice Carpentier.
"Cuba es La
Habana y todo lo demás", dice el habanero intentando con ello demostrar
que la suya es la joya de las ciudades de la isla. Cierto es que la capital, en
especial su parte vieja es una de las ciudades más
hermosas, pero no
le van a la zaga otras ciudades como Cienfuegos, Bayamo o el mismísimo
Santiago.
Y sobre todo está
el cubano, hablador y comunicativo, curioso por saber, preguntón y
dicharachero, y sobretodo solidario y amigo, respetuoso con el foráneo. Es la
amistad una de las características primordiales de la cubanidad.
Y las cubanas,
esbeltas y elegantes como las palmeras reales de su isla. Simpáticas, mujeres
bellísimas y con ese punto de picardía que a cualquiera atrae.
Cuba es, para el
forastero que la visita por primera vez, una auténtica caja llena de sorpresas,
todas ellas agradables.
Antonio Ferrero